Me resulta verdaderamente curiosa esa obsesión de muchos consultores y empresas por estructurar y encajonar la innovación poniéndole unos límites metodológicos que le son ajenos. Es cierto que ha de existir un proceso, que ha de haber una metodología que sostenga todo el edificio de la innovación, pero esta metodología y este proceso han de ser abiertos, capaces de romper con modos utilizados para adaptarse a nuevos escenarios. Al fin y al cabo la innovación no es sino dar respuestas creativas a nuevos escenarios sociales (repito, sociales, no económicos). Por eso digo que es importante soñar para innovar.
Me gusta mucho el gráfico que encabeza este artículo. Está recogido del libro Diseño Centrado en las Personas. Define el gráfico un proceso de creación de producto o servicio muy centrado en la metodología Design Thinking y en la que se ve una compensación muy interesante entre un entorno abstracto y otro concreto o físico.
Lo interesante de este proceso es que parte de una serie de observaciones metodológicas, muy cercanas a modelos de investigación etnográficos, de los que hablaremos en otra ocasión, para a partir de ahí integrar todo el componente inmaterial del grupo o segmento estudiado dentro del proceso de creación. Parece fundamental, si queremos ser relevantes en un mercado cada vez más competitivo, si queremos ser verdaderamente útiles en una sociedad cada vez más compleja, conocer verdaderamente a los grupos sociales a los que nos dirigimos. Eso sólo se va a conseguir si somos capaces de conocer no sólo lo que hacen, sino también lo que piensan y cómo lo piensan, es decir, cómo lo manifiestan.
Historias, leyendas, anécdotas, sueños son modos de manifestar deseos. Lo inmaterial se convierte en el primer paso hacia la innovación. Y lo continua siendo después, porque los procesos creativos de ideación necesitan de un cierto grado de abstracción, dejar escapar la imaginación para ser capaz de captar pensamientos sorprendentes, distintos, únicos y que después de un proceso de análisis puedan ser ideas que lleguen al mercado y a la sociedad.
Dentro de estos procesos de conexión material-inmaterial resultan muy útiles herramientas como el storytelling. Contar historias, contextualizar las emociones en estructuras controlables y comprensibles como puede ser un cuento, es fundamental para mejorar nuestra capacidad de captación de los matices de los deseos y necesidades que tienen las sociedades.
En suma, es fundamental no centrarnos sólo en análisis materiales, estadísticos y de “tangibles”, también hemos de conocer esa parte inmaterial que todos tenemos y donde residen nuestros deseos. También hemos de desarrollar como herramienta de innovación procesos de ideación creativos e “incontrolados”, no encasillados en reglas capadoras de innovación.